ONTOLOGÍA SEGÚN SPINOZA
El concepto de sustancia es el núcleo de toda la metafísica spinozista. La sustancia es increada, pues es causa de sí misma. Esto es, su esencia implica su existencia ("la existencia de Dios y su esencia son uno y lo mismo", prop.XX-I), contrariamente a cómo sucede con respecto a las cosas (en éstas, su esencia no conlleva su existencia), cuya causa es la sustancia, pues su ser, su existencia, depende de la sustancia. La sustancia es autosuficiente, no depende de nada más que de sí misma, y por ello es Dios, que existe "en virtud de la sola necesidad de su naturaleza" (def.VII, I). De esto se desprende que la sustancia es una, única, infinita y eterna. Vemos cómo la concepción divina de Spinoza difiere de la tradición religiosa judeo-cristiana, pues se opone a la idea de creación. Esto supondría la existencia de una sustancia anterior creadora del cosmos, con lo cual la sustancia ya no sería única ni infinita y eterna, lo que, según Spinoza, sería absurdo.
La esencia de la sustancia se compone de infinitos atributos, que son diferentes expresiones de aquella, a través de cuyo conocimiento se da el conocimiento de la sustancia. Dos de estos atributos son la cosa extensa y la cosa pensante, que son atributos y no sustancias como sostiene Descartes. Esto, desde la perspectiva de Spinoza es imposible, pues dos sustancias no pueden coexistir. La cosa extensa corresponde al cuerpo y la cosa pensante al alma.
Por último se encuentran los modos, que son la expresión última de la sustancia y que componen en número infinito a cada atributo de los infinitos que componen a su vez la sustancia. Los modos son las cosas singulares, los afectos, y su causa inmanente es la sustancia, existen en y por causa de ésta. Son estados de la sustancia o del universo en puntos concretos en la espacialidad y en la temporalidad. Se definen asimismo como todo aquello que es el efecto de una causa, y dado que son la expresión última de la sustancia, de la necesidad de la naturaleza divina, las causas-efectos se darán con necesariedad, con determinación: "En la naturaleza no hay nada contingente...todo está determinado a existir y obrar de cierta manera" (prop.XXIX, I). El cosmos es un engranaje que fluye con una absoluta necesariedad que surge de la naturaleza divina, de la esencia misma de la sustancia.
Queda por ver cómo entiende Spinoza el alma, la voluntad y la libertad, como los define y en qué puedan consistir dentro de este marco metafísico.
El alma es uno de los infinitos modos de la cosa pensante, que es a su vez uno de los infinitos atributos de la sustancia, que junto al de la cosa extensa son los dos únicos atributos de la sustancia que el hombre puede concebir. El alma es una cosa más del mundo, que posee sus propias características definitorias y distintivas del resto. Spinoza no la concibe como algo separado del cuerpo, rompiendo de este modo la tradición cartesiana de las dos sustancias (el alma y lo extenso), sino que ambos, cuerpo y alma, son una misma cosa, forman identidad, solo que vistas desde dos puntos de vista diferentes: desde la cosa extensa el cuerpo, desde la cosa pensante el alma (esto es, desde estos dos atributos de la sustancia).
El alma, así pues, no es considerada como una esencia independiente del mundo, de lo matérico, que "navega" por la realidad en un "barco" corpóreo, sino que ella misma forma parte integrante e integrada de la realidad. Esta identidad entre ambos modos, cuerpo y alma, se expresa en la rígida simetría entre la concatenación de ideas (propio del alma, derivada de la cosa pensante) y la concatenación de cosas (propio del cuerpo, derivada de la cosa extensa), entendiendo por concatenación la sucesión necesaria de causas y efectos. Y si es en el alma donde se da la concatenación de ideas significa que es en ella donde se da el conocimiento, o es ella la que conoce. Pero si el alma es una cosa integrante e integrada del mundo, como sostiene Spinoza, no puede entonces concebirse este conocimiento, en su "proceso", como independizado del mundo a modo cartesiano (con su duda metódica, barroca, con la que pretende llegar a una abstracción absoluta desde donde poder obtener, si es posible, un conocimiento que sería cierto, claro y distinto, por el hecho de haber sido obtenido al margen de toda experiencia corpórea, sensorial), sino que deberá necesariamente, por la propia naturaleza "mundana" del alma, darse de una forma factual, arraigada en lo real. Así, el alma y el cuerpo, ya que forman identidad, forman una asociación en que ambos elementos son indispensables y no suficientes por separado (contra Descartes) para que se dé el conocimiento. Es el alma la que conoce, pero no puede hacerlo si no es por el cuerpo, a través del cuerpo, y nunca de forma directa. Son los afectos que padece el cuerpo aquello que posibilita y provoca el conocimiento, pues el alma se forma ideas de estos afectos, de las afecciones del cuerpo. De hecho, el alma se conoce a sí misma como idea de una cosa singular existente en acto (prop. XI) cuyo objeto, el objeto de dicha idea, es el cuerpo (prop. XIII). No puede exponerse más claramante la supeditación del alma al cuerpo: hasta para conocerse a sí misma necesita del cuerpo, no es sino a través de este como puede el alma conocerse (¡cuán lejos de Descartes!). El alma es entonces una idea que posee la peculiaridad
de conocerse a sí misma, de ser autoconsciente. Y esta consciencia de sí misma está indisolublemente ligada al cuerpo. (Tomado de http://html.rincondelvago.com/spinoza.html)
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